jueves, 5 de septiembre de 2013

Confesiones.

Todos llegamos a ese límite en el que ya no podemos más, en el que reventamos. La fina línea entre un: "es mejor guardar lo que sientes" y un: "¿no ves que no puedes esconder todo siempre?", se cruza y ya no hay nada más. Es entonces cuando decidimos soltar aquello que llevamos dentro, porque necesitamos llenar el vacío que queda entre la indecisión y el miedo. Supongo que por eso estoy escribiendo esto, porque me toca estallar y confesar que no todo es como estoy haciendo que sea. Estoy totalmente desorientada y ya no por no saber qué hacer, sino porque ya no sé cómo hacerlo. Cómo admitir que es cierto; que te echo tanto de menos, que hasta respirar me duele. Que no soy capaz de sacarte de mi vida, porque cada vez que lo intento recurro a las excusas. Que aún te quiero como si no hubiera mañana y eso me rompe. ¿Será eso? ¿Estaré rota? Quizá. Y es que ya no puedo sentir nada por nadie, porque ya no tengo por qué. Que ya no funciono con las palabras bonitas de otros, porque me perdí en las tuyas. Estoy asustada y sé que yo no soy de las que tienen miedo, lo sé. A lo mejor es verdad que siempre hay una primera vez para todo, aunque esta no sea la primera vez que te pienso hoy.

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